martes, 23 de junio de 2009

COLOMBIA: LA PAZ DEBE IMPONERSE AL CONFLICTO ARMADO


LA PAZ DEBE IMPONERSE AL CONFLICTO ARMADO
Sergio Ferrari*



Aunque en algunas zonas del país la situación pareciera mejorar lentamente, el conflicto armado continúa siendo una “realidad dramática”. Hay que apostar a que se fortalezcan desde abajo paradigmas realizables de una paz duradera, afirma en esta entrevista exclusiva Irma Perilla. Opción que en el futuro debería imponerse como alternativa única en ese país sudamericano, agotado por casi 50 años de conflicto.

Irma Perilla, economista, especialista en Cooperación Internacional y gestión de proyectos para el desarrollo, con una larga experiencia de trabajo en fortalecimiento institucional de organizaciones sociales, se desempeña como co-responsable de SUIPPCOL en Colombia.

El Programa Suizo de Promoción de la Paz en Colombia (SUIPPCOL) es promovido por una decena de organizaciones no-gubernamentales con el apoyo activo del Ministerio de Relaciones Exteriores helvético. Fue instaurado en 2001 y su tercera fase , actualmente en ejecución, concluirá en 2011.

Lo integran: Caritas; la Acción Cuaresmal ; EPER; Swissaid ; Amnistía Internacional/CH; el Grupo de Trabajo Suiza-Colombia; Tierra de Hombres/Suiza; las Brigadas por la Paz; E-CHANGER y la Misión Belén de Immensee.


P: ¿Se habla mucho en el exterior de los avances de la pacificación de Colombia. ¿Cuál es su lectura de lo que vive hoy su país?
Irma Perilla: Si se visitan los territorios, se constata con evidencia que el conflicto sigue imperando. No se siente la publicitada pacificación. Continúan los enfrentamientos, los combates, el minado, el confinamiento de comunidades, los desplazamientos masivos, los asesinatos. La mujer sigue siendo considerada, en muchos lugares, como botín de guerra. Acabo de regresar de la ciudad de Pasto (Nariño) y la organización con la cual estaba reunida debió interrumpir nuestro coloquio para atender dos casos de niñas de 13 y 15 años que habían sido violadas.

Las “dos” Colombias

P: ¿Cómo se explica que haya en el exterior dos visiones tan distintas del mismo país?
R: La realidad es una y muy dramática. Un parámetro del nivel del conflicto es el desplazamiento de comunidades enteras. Las cifras de la Consultaría para los Derechos Humanos y el desplazamiento (CODHES), en su último boletín informativo. Indican que existen más de 4 millones de desplazados, más de un millón de los cuales se dieron en los últimos cuatro años. Según Naciones Unidas, Colombia ocupa el segundo lugar en desplazamiento, en el mundo. Es un indicador que contrarresta, por si solo, los discursos triunfalistas que se proyectan en el exterior.

P: ¿Qué es entonces lo que impera en la actual coyuntura política?
R: La vida civil militarizada. Que nada tiene que ver con la paz que quieren las comunidades. Esta no se ve por ningún lado.
Constatamos que hay una ausencia de política de paz en el país. Me refiero a lo que debería ser una línea directriz desde el Estado, desde el Gobierno. La estrategia es hacer la guerra para conseguir la paz. Por eso el componente central de la política de “seguridad democrática”, es militar. Lejos de las expectativas reales de la gente que en las regiones debe soportar cotidianamente el dolor de la violencia.

Mensaje claro al poder

P: En esa situación tan compleja, ¿cuáles son los ejes principales del trabajo actual de SUIPPCOL?
R: Hay dos aspectos esenciales. El primero, es el desafío de fortalecer los mecanismos de protección y autoprotección de los procesos, iniciativas y comunidades de paz con las que trabajamos en las regiones de conflicto.
SUIPPCOL busca apoyar, acompañar, reforzar a esas iniciativas que corren tantos riesgos pero que resisten a la guerra. Para que no se dejen cooptar por ninguno de los actores, para que no decaigan en la convicción de sus propuestas de paz, para que sigan impulsando lo que están construyendo con tanta dignidad.
Hay que recordar que apoyamos a una Red de Iniciativas de Paz desde la base, que congrega a más de veinte comunidades, redes o procesos de las más lejanas regiones del país.
El segundo eje de nuestro trabajo intenta seguir fortaleciendo la articulación entre todas esas comunidades, redes e iniciativas que viven realidades semejantes. Es muy importante que se conozcan entre ellas, se apoyen, intercambien experiencias, se alienten mutuamente.

P: ¿Esa es la filosofía de base de SUIPPCOL?
R: En efecto. Que todas esas iniciativas de paz, que están desarrollando propuestas concretas, puedan mandar su mensaje a la sociedad civil y al Gobierno. Ese mensaje bien claro, es el fin de la guerra, la necesidad de una solución política negociada y la construcción de una paz sólida y duradera.

P: ¿Y la comunidad internacional?
R: ¡Es muy importante! Todas esas iniciativas de paz necesitan mucho apoyo internacional para que sus propuestas sean escuchadas por el Gobierno colombiano, por el sistema de las Naciones Unidas y que sean entendidas como un mandato de las comunidades que están sufriendo, en tanto víctimas directas y más expuestas al conflicto.
La Ruta Pacífica de las Mujeres, a quien apoyamos desde la primera etapa de SUIPPCOL, por ejemplo, organiza el 24 y 25 de junio, en Bogotá, un Foro internacional sobre verdad, justicia y reparación integral. Es también un ejemplo de la importancia que se le asigna a la comunidad internacional, haciéndola parte de la deuda pendiente que existe todavía con las mujeres víctimas de la violencia.

P: Otros sectores de la vida colombiana, como la jerarquía de la iglesia católica, en los últimos meses se han pronunciado explícitamente a favor de la solución política negociada...
R: Es una posición importante. La reflexión de la Conferencia Episcopal va en la dirección de la salida negociada y de los acuerdos humanitarios. Así se posiciona frente al Gobierno y los grupos armados, ofreciéndose institucionalmente como mediadora.

P: ¿Quiere decir que hay señales de esperanza en la solución negociada?
R: Sentimos una lucecita de esperanza ya que hoy importantes sectores de la sociedad colombiana se preguntan si es el momento para buscar caminos de paz, de evaluar, al menos, las condiciones para iniciar los diálogos con los actores armados . Sectores que antes no se lo preguntaban. En un momento particular, ya que se acercan las elecciones presidenciales. Y junto con eso la temática de que la sociedad civil en ese eventual diálogo pueda entrar como un tercer actor principal. Y de allí la importancia de reforzar todas las iniciativas desde abajo, para que la sociedad civil esté fuerte y cuando se abra esa negociación pueda promover su propia visión de una paz justa y sostenible.


*Sergio Ferrari, de retorno de Colombia
Con la colaboración de E-CHANGER y swissinfo

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