No hay mejores fechas —Cimera de Copenhage— para colgar aquí un vídeo y una entrevista que se han realizado en las últimas fechas a uno denuestros autores, Hermann Scheer.
El vídeo se gravó en las jornadas sobre cambio climático acaecidas en el CCCB, y la entrevista se publicó en La Contra de La Vanguardia.
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El vídeo se gravó en las jornadas sobre cambio climático acaecidas en el CCCB, y la entrevista se publicó en La Contra de La Vanguardia.
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El Papa Solar, ironiza la prensa alemana; Comandante Solar, le apodó Fidel Castro: Scheer es el gran pionero, pero no sólo de las energías renovables –ahora hay muchos oligopolistas enganchados a ese carro–, sino de que cada familia y cada fábrica invierta en su propia central energética y la amortice vendiendo su energía sobrante a la red. Scheer cree en el mercado –el de verdad– y quiere convertirnos a todos en empresarios de la energía. Lo defiende en Autonomía energética (Icaria) y en el Bundestag con ilusión y política de la buena, de la que mejora día a día la vida de las personas, ¿o es que a ustedes no les gustaría cobrar en vez de pagar el recibo de la luz? Pues es posible.
Usted puede producir su propia energía en su casa, y en Alemania, además, ganar dinero vendiendo a la red la que le sobre.
¿Cómo?
Usted solo o con socios monta su propia central de energía en su vivienda, su comunidad o su fábrica. Se la instala en días y a los siete años habrá amortizado esa inversión y ganará dinero al venderla a la red.
¿Cuánto cuesta montarse esa central?
Serán mucho más baratas en poco tiempo porque la Volkswagen ya está fabricándolas y vendiéndolas por miles –tiene programadas 100.000yha vendido 20.000 en dos meses–, y cuando se fabriquen aún más masivamente se abaratarán más. Ahora le costaría unos 30.000 euros lo más sencillito.
¿Y si luego las eléctricas no me compran la energía que me sobra?
Por eso en el 2000 defendí, y promulgamos, la ley de Energía Renovable que obliga a las grandes eléctricas a comprarte tu energía sobrante aunque seas pequeño productor.
No creo que les guste el trato.
Tiene usted instinto político: por eso mismo la soberanía popular ha tenido que obligarles a aceptar lo que es bueno para todos, que es que cada una de nuestras comunidades o fábricas genere su propia energía renovable y les venda la sobrante.
Eso cambiará muchísimas otras cosas.
Estamos creando un auténtico mercado de la energía –muchos vendedores y compradores–
y no el oligopolio insostenible –cuatro eléctricas cobran el recibo de millones de
consumidores– que sufríamos hasta ahora.
Pero la renovable aún no es suficiente para las grandes fábricas.
¡Falso! En Alemania, las grandes fábricas ya tienen o proyectan sus propias centrales energéticas y al mismo tiempo está despegando una industria de fabricación en masa
de “kits de producción energética individual”, que va a ser a la energía lo mismo que
el PC a la informática. ¡Y ya verá la Seat!
Aún necesitamos grandes centrales.
De nuevo falso: quítese las gafas del viejo sistema centralizado de generación eléctrica y olvídese de esa propaganda desalentadora de los lobbies y verá que descentralizarla es más rentable, democrático, limpio y eficiente. Recuerde que la electricidad en sus inicios la generaba cada uno y después la lógica del combustible fósil obligó a centralizar la generación que hoy es oligopolio.
Las renovables no son nada nuevo.
Está claro, pero lo que pretende ahora el oligopolio de las cuatro eléctricas alemanas(en España tienen otro) es meter la generación de energía renovable en el viejo esquema centralizado de la energía fósil. En vez de pozos de petróleo, ahora plantan molinos y placas y controlan la generación, la red y la venta. Por eso se han inventado lo de la gran central solar del Sáhara.
¿Por qué?
Porque la Volkswagen y la gran industria ven el negocio de producir su propia energía
y de vender los generadores y les están dando la espalda. Esa gran “central” sahariana les permitiría seguir teniéndolo.
¿Se adaptarán para seguir cobrando?
No, porque la energía renovable fluye en cualquier rincón del planeta: es absurdo
centralizarla y cobrarla. Y lo saben.
¿Tan malo es el esquema actual?
Lo que se extrae de puntos concretos se transporta en una red internacional: es ineficaz, insostenible y ruinoso: es carísimo; hay fugas en todos los oleoductos, por no hablar del coste ecológico, social y estético de los petroleros gigantescos; las redes de alta tensión, dañinas para la salud y el paisaje, los gasoductos por zonas conflictivas...
¡Qué nos va a contar!
Por eso va a suceder como con el ordenador personal o el móvil, a los que al nacer se les calculó que tardarían décadas en popularizarse y ya ve: la generación privada y descentralizada de energía renovable es demasiado buena para que no sea un boom. Todo el mundo querrá su central y en pocos años será tan vulgar como un PC y un móvil.
¿Se unirán producción y consumo?
Y desaparecerán los gastos de transporte, las fugas y el coste del monopolio.
¿Qué dicen E-ON y RWE...?
RWE me ha denunciado por promover... ¡la desindustrialización de Alemania! Y el presidente de la patronal alemana me acusa de engañar a la gente con tonterías.
Supongo que no le dejó sin respuesta.
Le recordé que cuando él era presidente de IBM aseguró que el futuro eran los grandes
ordenadores centrales... ¡Y luego perdió el cargo porque los PC arrasaron!
El kilovatio renovable es más caro.
Porque el kilovatio fósil del gas, carbón o petróleo no incorpora a suprecio lo que contamina: cuando lo incorpore, será inviable.
¿Cómo lograrán que lo incorpore?
Habría que retirar todos los impuestos a la generación de energía y dejar sólo uno que gravara la contaminación causada. Ese sería el espaldarazo definitivo a la proliferación de las centrales de generación privadas –en Alemania ya hay instaladas más de cien mil– en Europa. Una nueva era.
En Copenhague no hablan de eso.
Porque parten del esquema centralizado fósil: creen que el cambio a renovables implica un “coste” y pasan días regateando entre países para asumir el mínimo posible cuando, en realidad, la descentralización de la generación energética puede ser ya un negocio, pero ahora para todos.
LLUÍS AMIGUET
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