martes, 22 de julio de 2014

Regreso perverso del Holocausto. Un artículo de Michel Warschawski

La situación actual en Gaza es un auténtico genocidio cada vez más evidente. Los palestinos sufren el ataque de un ejercito con un gran potencial destructivo y con la tecnología más puntera. Un ejercito que recibe un apoyo mayoritario en Israel. Sobre la naturaleza bélica de una gran parte de esa sociedad trata este artículo del militante de izquierdas israelí y activista pacifista Michel Warschawski.



Niños israelíes decorando munición del ejercito


Michel Warschawski

Al presentar a partir de agosto de 2000 la guerra colonial como una guerra por la supervivencia de Israel, Ehoud Barak despertó los demonios que atormentan la memoria colectiva del pueblo israelí. Desde las primeras piedras lanzadas por jóvenes palestinos tras la provocación de Ariel Sharon en la explanada de las mezquitas, el periodista Ari Shavit, uno de los numerosos intelectuales de izquierda que en pocas semanas renegaron de todas sus convicciones pacifistas, escribió en un editorial de Haaretz que el problema no es, como se ha creído durante demasiado tiempo, el contencioso israelopalestino y la ocupación, sino lo que llama el «destino judío», descrito como una guerra eterna de supervivencia frente a un mundo que siempre ha rechazado la existencia judía y continuará haciéndolo hasta la eternidad. Este discurso, reproducido y repetido hasta el infinito por los medios de comunicación y la mayoría de los intelectuales israelíes, se apoya en una angustia existencial profunda en la mentalidad judía del posjudeicidio nazi, pero también en una historiografía falaz enseñada en las escuelas que redujo 2000 años de historia judía a un inmenso pogromo y a un antisemitismo atemporal, irracional y único, haciendo imposible toda inteligibilidad y fútil toda tentativa en su contra.
Para los nietos de las víctimas del judeicidio, toda amenaza existencial, real o imaginaria, es asociada a Auschwitz y Treblinka: los palestinos son los nazis, Arafat es Hitler, una emboscada en la que mueren soldados es una masacre, una bomba en Tel-Aviv es la «noche de los cristales rotos». Con semejantes asociaciones, se esfuma cualquier posibilidad de negociación y compromiso. El nazismo bajo su forma palestina debe ser erradicado y, para ello, todos los medios son legítimos.
Sin embargo, el israelí siente inconscientemente que la ecuación «palestino-nazi» es falaz. El poderío militar israelí, la superioridad aplastante frente a los palestinos hace prácticamente imposible la identificación con los desdichados judíos de Varsovia y Vilna, es decir, con los combatientes del gueto de Varsovia o las unidades de partisanos judíos en Bielorrusia. Se produce entonces una inversión perversa. La referencia permanente al genocidio de los judíos de Europa y la omnipresencia de sus imágenes terribles lleva a que, como la realidad de la relación de fuerzas hace imposible adoptar la conducta de las víctimas judías, se adopta entonces, en general inconscientemente, la de los asesinos del pueblo judío: se marca a los palestinos en los brazos, se les hace correr desnudos, se les encierra detrás de alambradas de púas y torres de vigilancia, incluso durante un corto período se utilizan perros pastores alemanes. Las acciones en el campo de refugiados de Deheisheh no pueden dejar de evocar otro período, incluso si la suerte de las víctimas no sea la muerte sino una detención ilimitada en condiciones espantosas. El campo de detención de Offer no es un campo de exterminio pero se parece mucho a los campos de concentración alemanes de los años treinta, con sus alambradas de púas, sus torres de vigilancia, sus masas de detenidos amedrentados, privados de derechos y encerrados en condiciones verdaderamente inhumanas. ¿Cómo no ver en una fila de civiles marchando con las manos en el aire bajo la custodia de soldados armados una similitud con la imagen obsesiva de los judíos de Varsovia camino a Umschlagplatz? ¿Cómo no recordar a este mismo Umschlagplatz cuando la televisión muestra en Jenin a centenares de hombres sentados en el suelo, con las manos atadas a la espalda, a veces con los ojos vendados?
El lenguaje también es el de los nazis, como el del rabino Israel Rosen que publicó en Haaretz un artículo en el cual sostiene la necesidad de tomar como rehenes a las familias de los kamikazes y deportarlas de Gaza, luego de destruir sus casas y arrasar sus pueblos. El periodista B. Michael termina el artículo en el que cita expresiones idénticas a las del rabino Rosen proferidas por oficiales nazis después de las matanzas de Lídice y Oradour: «Y quien se empeñara en entender a partir de lo que acaba de leer que comparo, Dios me libre, al ejército israelí con el ejército alemán, es muy simplista. Es el que propuso (eso) al ejército israelí quien produjo la ecuación.»
Algunos días después de que los medios de comunicación informaran del «marcaje» de palestinos con números en los brazos, B. Michael, él mismo hijo de supervivientes, publicaba un artículo duro y doloroso titulado «De marcado a marcador»: «No hay duda de que el trayecto histórico del pueblo judío en los últimos sesenta años que separan 1942 de 2002 podrían servir de material a apasionantes estudios históricos y sociológicos. En sesenta cortos años pasó de marcado y numerado a marcador y numerador, de encerrado en guetos a encerrador, de marchar en fila con las manos en el aire a hacer marchar en fila con las manos en el aire (...) Sesenta años y no hemos aprendido nada, interiorizado nada. Olvidamos todo (...) ¡En fin! Ya no somos un pueblo diferente, de tez pálida y una mirada llena de sabiduría, sino un soldado brutal como todo el mundo. Es decir, semejante a todas las naciones».
Escribí «en general inconscientemente» porque a veces esta inversión perversa es totalmente consciente, como ese oficial superior del ejército israelí que, en la víspera de la invasión de los campos de refugiados palestinos, explica a sus soldados que hay que aprender de la experiencia ajena, incluida la forma en que los alemanes tomaron el control del gueto de Varsovia.36 ¡Un soldado judío, tal vez nieto de una víctima del judeicidio nazi, que quiere aprender cómo los alemanes lograron exterminar la mayor cantidad de judíos, para utilizarlo contra los palestinos! ¡Personalidades del judaísmo francés que apoyan a Le Pen y otras que saludan los efectos benéficos de su éxito electoral! ¡Un dirigente del CRIF que sugiere utilizar los métodos de Goebbels para hacer más eficaz la propaganda pro israelí! ¿Es posible imaginar mayor perversión?


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