martes, 19 de junio de 2007

La moratoria petrolera en el Parque Nacional de Yasuní, de Martínez Alier

Una previa. ¡Recordad! Hoy, en Barcelona, charla-presentación del libro Cuba, ¿Hacia dónde? , de Cristina Xalma. A las 19 h. en el Pati Manning, C/ Montalegre, 7.


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Y hoy queremos presentar este artículo de Joan Martínez Alier, autor de la casa y reputado economista, que con nosotros ha publicado, por poner sólo tres ejemplos, De la economía ecológica al ecologismo popular , El ecologismo de los pobres, o ¿Quién debe a quién?. El artículo lo ha publicado la revista Peripecias, y nos permitimos reproducirla parcialmente.




La moratoria petrolera en el Parque Nacional Yasuní

de Joan Martínez Alier

[publicado en PERIPECIAS, num 52, edición especial sobre el Parque Yasuní]






Alberto Acosta, el flamante nuevo Ministro de Energía y Minas del Ecuador, es un economistas bien arraigado en su país. Ha sido muy influyente en el triunfo electoral del presidente Rafael Correa. La formación académica de Alberto Acosta fue en la Universidad de Colonia y sus inclinaciones políticas son cercanas a la socialdemocracia alemana. Ha trabajado toda su vida profesional en ILDIS, la sede de la Fundación Friedrich Ebert en Quito. Él ha propuesto el reingreso de Ecuador en la OPEP, aunque como un socio menor.

Acosta acaba de proponer un giro sin precedentes en la política petrolera, a saber, dejar en tierra los mil o mil quinientos de barriles de petróleo pesado de los yacimientos (llamados ITT) del Parque Nacional Yasuní en la Amazonía ecuatoriana, un territorio con indígenas Huaorani, con algunos grupo apenas contactados. Un lugar muy poco apropiado para sacar petróleo, un parque nacional con increíble biodiversidad. La moratoria sería posible, si gobiernos del Norte (ya sean acreedores o no de deuda externa del Ecuador), o los bancos y las ricas organizaciones ecologistas internacionales como el WWF o Nature Conservancy, ayudados por un movimiento internacional de ciudadanos, entregan como compensación al Ecuador el cincuenta por ciento de lo que producirían esos campos en los próximos diez años, en caso de ser explotados. Se trata de 200 o 300 millones de dólares al año. Hace tiempo que las activistas de Acción Ecológica y de Oilwatch señalan, en Ecuador y en Nigeria y otros países, que el petróleo que no se extrae contribuye a aminorar la producción de dióxido de carbono. Cada pozo tapado, merecería un premio.

Desde el Ecuador se preguntan: ¿es un sueño? ¿Una fantasía ingenua que llega desde la mitad del mundo? No necesariamente, si se tiene en cuenta el enorme valor simbólico que podría tener un paso de esta naturaleza, en plena conciencia mundial de la amenaza del cambio climático a raíz del film de Al Gore y de las realidades que se están dando. Podríamos preguntarnos, ¿por qué ha demorado tanto que el público se entere del aumento del efecto invernadero? ¿Qué intereses económicos, qué controles políticos han retrasado durante cien años este debate desde Tyndall y Arrhenius? [seguir leyendo aquí...]

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