IDRIS ALI • ESCRITOR NUBIO
"He sobrevivido a cinco intentos de suicidio"
IMA SANCHÍS - 27/06/2007
65 años. Nací en Qersha, un pueblo de la Nubia egipcia, y vivo en El Cairo. Estoy casado, tengo dos hijas y un nieto. Hice la carrera militar y he sido administrativo en una empresa de construcción. El problema de los políticos egipcios es la corrupción, su expolio está destruyendo el país. Soy ateo. Acabo
de publicar El nubio (Icaria)
- Tuve una infancia dura, triste y pobre.
- ¿No era feliz corriendo libre junto a las orillas del Nilo?
- Mi pueblo pasaba hambre y su sueño era comer; el de mis compañeros, tener un par de zapatos nuevos para ir a la fiesta. Yo leía y quería ser alguien.
- ¿Ser alguien?
- Sí, ser un futbolista famoso, un actor o un escritor y no seguir los pasos de mi padre, que era portero de una empresa en El Cairo. Intenté varias veces escapar del pueblo y reunirme con él en El Cairo, donde mis sueños eran posibles, y a los 10 años lo conseguí.
- ¿Cómo escapó?
- De polizón en un barco y luego bajo los asientos de un tren. Encontré a mi padre viviendo en una agobiante habitación del barrio de Bulak.
- ¿Cómo eran sus calles?
- Estrechas. En ellas, los niños y jóvenes jugábamos y allí acudían reclutadores de todo tipo: unos buscaban futuros futbolistas; otros, maleantes para formar, otros querían reclutar jóvenes para engrosar la cantera de comunistas o islamistas.
- ¿No se metió en ningún lío?
- Yo seguía a los chicos que atracaban a los amantes que se besaban en sus coches a orillas del Nilo. Un día, un hombre bajó del coche y todos huyeron menos yo. Fui detenido y en comisaría sufrí un intento de violación.
- Mal comienzo.
- Por eso mi padre me compró un caftán, un cinturón verde y un fez y me puso a trabajar de sirviente en una familia de clase media egipcia; ése era el destino de los nubios.
- ¿Le trataron bien?
- La dama de la casa leía mucho, cogí uno de sus libros, de Gorki, lo acabé en una noche; era diferente, no contaba aventuras, hablaba de miseria y pobreza, era como si me estuvieran contando mi propia historia.
- ¿Y la dama no se enfadó?
- Me pasó libros de Hemingway, Shakespeare, Dostoyevsky y Chejov e insistió en que volviera al colegio. Mi padre, con gran esfuerzo, me pagó un colegio privado; yo ayudaba con lo que ganaba como mozo o planchador, pero aun así no pudimos aguantar.
- ¿Y se acabó la escuela?
- Sí. No había bibliotecas para pobres, sólo los centros comunistas o islamistas. Me matriculé en el centro de estudios islámicos, pero yo quería mantener mi independencia. Intenté ser alguien en la música y el baile, y no tuve éxito. Me harté de la vida y comenzaron mis intentos de suicidio. Yo lo quería todo o nada.
- ¿Por eso se alistó en el ejército?
- Sí, 13 años de sufrimiento, una vida dura y brutal, pero era mi única opción para comer si no quería ser un sirviente. Participé en la guerra de Yemen y en la de los Seis Días.
- ¿Qué aprendió del ser humano?
- En el ejército no hay humanidad. Fue tiempo perdido. Durante la guerra tuve una muy buena relación con los yemeníes, aunque combatí contra ellos y maté.
- Mientras, la alta presa de Asuán obligó a emigrar al pueblo nubio.
- Sí, unos hacia el norte, otros hacia el sur. Fue una separación geográfica y familiar, una herida profunda e injustificable. Nos alejaron del Nilo.
- Pero los llevaron a zonas con colegios y hospitales, como usted quería.
- Nuestra vida era el Nilo, para lo bueno y para lo malo. Antes de que llegasen las religiones, el Nilo era nuestro dios. Vivíamos en él. Mi abuelo no dejó de llorar desde que salió del pueblo. Él y muchos de su generación murieron de tristeza. Aquel éxodo terminó con la civilización nubia.
- ¿Qué fue de usted?
- Me fui a Libia, vendía entradas en un cine. Seguí escribiendo, pero sólo conseguí publicar un cuento corto. No fue hasta 1993, con Dongola,cuando conseguí publicar en el extranjero y obtuve cierto reconocimiento. Aun así, mi vida ha sido un viaje desastroso.
- Siempre hay algo bueno.
- He escrito seis novelas y no he conseguido tener los ingresos suficientes para vivir dignamente. No quiero un chalet, ni siquiera un coche, sólo lo necesario para comer, para mis cigarrillos y mis cervezas.
- Entonces, ¿nada bueno?
- Absolutamente nada, he sobrevivido a cinco intentos de suicidio, ¿qué tipo de vida es ésa? Tanta pelea, tanto escribir..., ¿para qué?
- Está la amistad, el amor, los hijos...
- La vida es aburrida, aburrida y aburrida. Quiero a mis hijos, me encanta mi nieto, pero cada mañana al levantarme me digo: "Todavía tengo que seguir otro día más aquí".
- ¿Qué quiere?, ¿reconocimiento?
- No. La felicidad tiene que venir de dentro, hay pobres que creen en el más allá y son felices. Para mí, la felicidad sería una historia de amor verdadera, alguien que te acompañe; la tuve, y fue un fracaso.
- ¿Y el sentido del humor, señor Ali?
- Es lo único que me saca de la monotonía; unos amigos, un poquito de hachís...
- Algo es algo....
- El día más feliz de mi vida fue cuando nació mi nieto. Él hace que me levante todos los días y me ponga una ropa decente. Pese a ello, la vida no me gusta, quizá lo que he leído me ha dado esa percepción del mundo.
-... Pues ha escogido fatal, porque el suyo es un pueblo festivo.
- Es cierto, somos muy folklóricos; nos cuesta muy poco montar una fiesta, somos excesivos: una boda son cuarenta días de fiesta.
- ¿Se queda al margen?
- No, ja, ja. A mí me gusta cantar y bailar. Y ahora mismo me siento feliz, me gusta conversar, pero añoro el aire acondicionado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario