viernes, 12 de marzo de 2010

Exhaustivo análisis de las elecciones iraquíes, por Pedro Rojo (II)

Continuamos reproduciendo el exhaustivo —y extraordinario análisis de Pedro Rojo sobre las elecciones en Iraq. Rojo es autor de libros relacionados con el mundo árabe como: El 2007 visto por los árabes, El mundo visto por los árabes o Iraq. Diario de la resistencia.


El precio de las elecciones para el pueblo iraquí

“¿No tienen derecho los ciudadanos iraquíes a preguntarse sobre el precio que están pagando por participar en las elecciones o simplemente por el mero hecho de que se vayan a celebrar? El panorama, a la espera de este acontecimiento ‘democrático’, es aterrador”. Estas palabras del reconocido columnista Fáteh Abdelsalam en al-Zamán fueron escritas el 31 de noviembre de 2009 tras los dos atentados de agosto y octubre de ese mismo año y ante la previsión de que la situación empeorase, como así ha sido. El quirúrgico recuento de muertes que a diario hacen medios como la televisión al-Sharquiya y la agencia Reuters es demoledor. A modo de ejemplo, el informe de esta agencia del día 22 de febrero deja un balance de 24 muertos a mano de “hombres armados desconocidos”, entre ellos una madre y sus tres hijas, o los ocho miembros de una misma familia que recuerdan los peores momentos de los asesinatos sectarios de 2005 a 2007. La cifra que ese mismo día publica el periódico iraquí más vendido, al-Zamán, citando fuentes de la morgue es de 67 cadáveres, sólo en Bagdad.

La mejora de la seguridad sobre la que al-Maliki respalda su campaña electoral hay que relativizarla en el contexto iraquí: la situación es mejor que en 2006, cuando se asesinaba a cerca de 100 personas al día, pero si la situación se compara con datos internacionales, Iraq sigue siendo, según el Índice de Riesgo Terrorista que elabora Maplecroft, el país más peligroso del mundo. Por su parte, en su informe del 17 de noviembre de 2009, la organización Transparencia Internacional situaba a Iraq como el cuarto país más corrupto del mundo y lo incluía en la categoría de “Estados marcados por la guerra y el conflicto constante”.
Una de las razones del aumento de la violencia en los últimos meses es la reactivación del Ejército del Mahdi, responsable de buena parte de los asesinatos sectarios de los últimos años. A pesar de que teóricamente esta milicia comandada por el clérigo Muqtada al-Sáder, está disuelta o dedicada a obras pías y al estudio del Corán tras su derrota militar de 2008, nunca entregó las armas. La paulatina liberación de los presos custodiados por las tropas estadounidenses ha propiciado la vuelta a las milicias de muchos de sus cabecillas, lo que sumado a la cercanía de las elecciones habría propiciado en los últimos dos meses la reanudación de su actividad, como reconoce Said Husein Kamal, jefe de Inteligencia del Ministerio de Interior iraquí.

Otra milicia que ha vuelto a actuar sin contemplaciones en las zonas en disputa son los peshmergas kurdos. A pesar de que, tras perder el poder en las elecciones de 2009, la alcaldía de Mosul y el gobierno provincial de Nínive (provincia colindante con el Kurdistán), las milicias de la Alianza Kurda han vuelto a estar presentes en Mosul, deteniendo a personas ligadas a otros partidos políticos sin tener jurisdicción para ello. Un oficial de la policía de Mosul ha denunciado que todos los barrios de la ciudad situados en la orilla izquierda del Tigris están ocupados por los peshmergas.
Otro foco de violencia es al-Qaeda, que a través de Abu Omar al-Bagdadi, su líder en Iraq, ha amenazado con “impedir la celebración de las elecciones con todos los medios legítimos posibles, principalmente los medios militares”, con lo que ello significa de atentados indiscriminados contra civiles o miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes.

Por su parte, las distintas facciones de la resistencia armada, aglutinadas en torno a tres frentes: Frente Yihad, Liberación y Redención Nacional (baazistas), Frente Yihad y Cambio (islamistas moderados) y el Frente Yihad y Reforma (islamistas más radicales) rechazan el proceso electoral al considerar que se produce en una situación de ocupación militar extranjera, lo que viola el artículo 23 de la Convención de La Haya de 1907 que prohíbe el cambio de ninguna ley fundamental por parte de una potencia ocupante. Los asesinatos de civiles y los atentados en clave electoral son condenados contundentemente por los tres frentes. Todas las facciones de la resistencia iraquí han hecho púbico que su objetivo son exclusivamente las tropas ocupantes y que no atacan a iraquíes. Según ellos, los responsables de estas muertes son “los partidos políticos y sus fuerzas de seguridad […] Dirimen sus diferencias mientras nuestra gente de Iraq paga el precio de estas disputas”, tal y como se puede leer en un comunicado del Consejo Político de la Resistencia tras los atentados de octubre de 2009.
Thomas Ricks, veterano periodista estadounidense y ganador del premio Pulitzer por sus escritos sobre temas militares, pone en duda la mejora de la seguridad por cuestiones de fondo: “[…] cuando comenzó la retirada de las tropas [el máximo número de tropas en Iraq se alcanzó en octubre de 2007 con 166.000 soldados], los problemas políticos fundamentales a los que se enfrenta Iraq siguen siendo los mismos que cuando se decidió aumentar el número de soldados. La teoría de este incremento era que la mejora de la seguridad llevaría a un avance en lo político. Esto no ha sido así”. Nada ha cambiado en el sistema político iraquí, marcado, según Yahya al-Kubaisy, profesor invitado del Instituto Francés de Próximo Oriente (IFPO) en Ammán, por “dar prioridad a la confesión y la etnia frente a la identidad nacional, construyendo un Estado de entidades y no de ciudadanos, pues el sistema político –y con él la construcción del Estado– estará gobernado por un sistema de cuotas demográficas y no políticas”.

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