A día 8 de marzo de 2017 se sigue luchando por la
emancipación de la mujer y la igualdad de género. Las mujeres están oprimidas
en muchos sentidos en la vida cotidiana. Aunque es cierto que cada vez más
hombres (y mujeres) son conscientes de ello y se unen a la lucha feminista, las
mujeres aún son las encargadas de las tareas del hogar y las curas y esto las
obliga a permanecer en la vida privada y tener una actitud recatada, no les
permite ocupar el espacio ni la vida pública. Cuando una mujer sale a la vida
pública se enfrenta a ser juzgada por su aspecto y la sociedad tiende a ser más
crítica a todo lo que puede llegar a decir o hacer. Se entiende que el espacio
público es de los hombres y a nadie se le ocurrirá juzgarlos por su aspecto ni
por lo que vayan a decir o hacer, aunque no sean expertos. Esto ocurre en
muchos ámbitos de la esfera pública como la política o los medios de comunicación.
Pero también ocurre en el ámbito humorístico: en Las humoristas. Ensayo poco serio sobre mujeres y humor, Isabel
Franc coordina mujeres cineastas, escritoras de cómics, historiadoras del arte,
bertsolaris, actrices, poetisas y payasas para escribir un libro donde se pone
de manifiesto que las mujeres son grandes humoristas y si no han pasado a la
historia ni se las conoce no es porque no las haya sino porque se las ha
invisibilizado.
La frase “las mujeres no tienen sentido del humor” es común
escucharla en múltiples situaciones. Esta frase nace de la idea de que el humor
no es femenino, entendiendo lo femenino como las características que imponen
que las mujeres son el sexo débil: llevar tacones y ropa ajustada, operarse
para no tener arrugas ni imperfecciones, en definitiva, tener un aspecto
perfecto para ser cortejadas. En el ámbito humorístico lo esencial es reír y evidentemente
no es “femenino”: las mujeres femeninas, las ideales, se tienen que reír por lo
bajini, tapándose la boca, en cambio los hombres ríen abiertamente y a
carcajadas. Evidentemente, como escribe Franc en el libro: “Señoras mías, el
humor es abierto. Al reírnos abrimos la boca, abrimos los ojos, abrimos el
cuerpo y abrimos las mente. ¡Ay, que entramos de nuevo en los peligros del
humor! Dice Pinkola: ‘cuando se ríe la mujer respira libremente, y al hacerlo,
es posible que empiece a sentir sensaciones no autorizadas’”.
Las mujeres humoristas han sido invisibilizadas a lo largo
de la historia porque no eran ni son ideales de mujer en la sociedad patriarcal,
se han pasado de la línea marcada y se han abierto invadiendo el espacio de los
hombres. No se han sabido quedar en casa calladitas, sino que han salido a lo
público y han puesto a disposición de todo el mundo su talento humorístico.
Ahora solo hace falta conocerlas y ponerles nombre y apellidos a sus hazañas.
Isabel Franc y sus colaboradoras lo han empezado a hacer. ¿Y tú?
Monólogo de la payasa Virginia Imaz
1 comentario:
Molt sugerent el comentari sobre el llibre.
Ja tinc ganes de llegir-lo
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