SUSAN GEORGE Líder del movimiento por una globalización alternativa
"La derecha consigue hacer votar a la gente contra sus intereses"
ARIADNA TRILLAS - Barcelona - 07/12/2007
"La derecha consigue hacer votar a la gente contra sus intereses"
ARIADNA TRILLAS - Barcelona - 07/12/2007
Susan George (Akron, Ohio, EE UU, 1934) lleva 50 años sin vivir en Estados Unidos, aunque viaja a su país a menudo. Y cree que esta distancia le ha dado "una perspectiva de estar fuera y dentro a la vez" perfecta para poder analizar cómo el pensamiento ultraconservador ha ido tejiendo una estrategia para acabar dominando el panorama cultural, político, intelectual y religioso de EE UU.
No tiene idea de cómo se percibirá en su país El pensamiento secuestrado, libro publicado por Icaria en España donde bucea en el papel de fundaciones privadas, iglesias evangélicas y grandes corporaciones en la transformación de un cuerpo comúnmente aceptado de creencias y valores. "Los americanos no son conscientes de lo que ocurre", se lamenta.
Pregunta. Describe la hegemonía cultural de la derecha, pero lo que ataca es la incapacidad de reaccionar de la izquierda.
Respuesta. La izquierda tienen mucho que aprender de la derecha sobre su manera de hacer cambiar la ideología y de fabricar lo que yo llamo el sentido común. Debería ir con cuidado, ha olvidado del todo que las ideas tienen consecuencias.
P. El triunfo de las ideas ultraconservadoras se ha construido sobre la base de miles de millones de dólares donados a instituciones, escuelas, iglesias, intelectuales. ¿Quién tiene dinero para contrarrestar todo eso?
R. Hay fundaciones que tienen dinero y que son progresistas o al menos son de centro. Es posible financiar las ideas progresistas. Pero es importante que las fundaciones comprendan que los proyectos que financian no van a tener éxito si el clima ideológico que los envuelve no los protege. Está muy bien que exista un centro para mujeres maltratadas, por ejemplo, pero de poco sirve si la sociedad cree que la mujer maltratada no tiene más que dejar a su marido y ponerse a trabajar, tan fácil. Si la ideología dominante no dicta que tenemos responsabilidades unos con otros, que no debe haber excluidos, no tienen éxito los proyectos.
P. ¿La derecha comunica mejor que la izquierda?
R. Sí. La derecha consigue hacer votar a la gente contra sus intereses. Es extraordinario. En EE UU predominan las políticas comunitaristas y no llevan a ninguna parte. Defender y financiar a los negros, a los latinos, a las mujeres, a los gays, hacerles trabajar para sí mismos... hace que la gente se centre en lo que es en lugar de en lo que puede hacer toda junta. Si yo fuera la derecha, estaría encantada.
P. ¿Dónde está la cúspide, la cima de este tinglado?
R. No hay una única cabeza pensante que diseñe la estrategia. Hay mucha gente que no acepta lo que ocurrió en los sesenta, que no han aceptado nunca el New Deal ni los movimientos por los derechos civiles y que dice: "Somos los blancos ricos y vamos a tomar las riendas del país y a dirigir el mundo". Hay sectores religiosos que creen que se ha dado demasiado a los gays, a las abortistas, a las minorías, y que no se ha atendido al americano medio heterosexual y su familia.
P. Esta nueva hegemonía no acabará cuando Bush deje el poder. Un presidente demócrata, ¿qué cambiaría?
R. Un presidente demócrata cambiaría las cosas de forma marginal. Por ejemplo, me sorprendería que un demócrata dijera que la tortura es normal. Pero hay una balanza muy desequilibrada. Si se quita del extremo a Bush, no se conseguirá dar un vuelco a 30 años de trabajo.
P. Mentiras sobre las armas de destrucción masiva o la reacción del Gobierno federal ante el Katrina... ¿qué efecto tienen?
R. Agita las conciencias, pero la población americana es muy crédula. Un 60% cree en la creación como se cuenta en el Génesis, el 70% cree en los milagros o el paraíso. Si las figuras de autoridad y todas las informaciones dicen que Sadam Husein es responsable del 11-S y que posee armas de destrucción masiva, la gente lo cree.
P. ¿Este movimiento se está expandiendo a Europa?
R. Si en Europa se destruye el sistema de educación pública, si los medios de comunicación no ejercen su función de crítica, si no se actúa para que no se forme una población excluida, empobrecida y poco formada, puede llegarse a lo mismo que en EE UU. Europa debería ser el modelo. No tiene por qué seguir el modelo de EE UU.
P. Para usted, ¿qué tiene de bueno la globalización?
R. La mundialización podría implicar un intercambio de culturas, de conocimiento mutuo. Pero no puedo decir que la globalización actual tenga mucho de positivo. Incluye a quienes producen y consumen y excluye al resto. Aunque hay problemas que sólo podemos resolver juntos, como el cambio climático.
P. Los movimientos por una globalización distinta parecen cada vez menos visibles.
R. Son menos visibles, pero no quiere decir que no trabajen. Lo que los hace visibles, lo que interesa a los medios de comunicación, son las grandes manifestaciones. Hace poco más de un año en EE UU hubo una manifestación con más de 250.000 personas no violenta y los grandes periódicos no informaron. Cuando no hay violencia, no interesa. Las grandes manifestaciones de Seattle no fueron el principio ni hoy es el fin. No se puede viajar todo el tiempo. No tenemos dinero. Veremos qué ocurre el 26 enero, jornada internacional donde nos manifestaremos en lugar de hacer un foro social mundial. Si fracasa, habrá que repensarlo todo. Si sale bien, será como el 15 de febrero de 2003 (millones de personas protestaron contra la guerra de Irak).
P. ¿En qué batallas está?
R. Las mismas. La deuda, los paraísos fiscales, una tasa sobre los flujos de capital: se puede cambiar el mundo con una décima de los 3,2 billones de euros en intercambios en los mercados, la cifra se ha duplicado.
P. ¿Qué victorias diría que han tenido estos movimientos?
R. Pocas cosas, es cierto. Hemos hecho mucha formación. Hemos puesto en aprietos a la OMC. En cuestiones concretas, como retomar el control local del agua. Hemos puesto en la agenda el tema de la tasa internacional. Y el fracaso de la Constitución europea, aunque, como se ve en el nuevo tratado, si la derecha no obtiene lo que quiere de una forma, lo intenta de otra.
P. En América Latina despierta la voluntad de recuperar la soberanía de los recursos naturales. ¿Cómo ve esta tendencia? ¿Y el incidente del Rey de España con Hugo Chávez?
R. Chávez no debió llamar fascista a José María Aznar. No debemos tener relaciones internacionales si alrededor de una mesa nos llamamos fascistas. Hay que respetar ciertas convenciones. Si no, no podemos hablarnos. Pero está bien defender los recursos naturales propios.
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