Susan George narra cómo la derecha logró la hegemonía en EE.UU., de Justo Barranco en La Vanguardia
Para la activista, aunque los demócratas ganen, el cambio será marginal
En 1965 Time aseguraba en portada: "Ahora todos somos keynesianos". Las ideas económicas de Keynes, que apostaba por la intervención del Estado en la economía, imperaban. En junio del 2002 Peter Mandelson, uno de los fieles de Blair, proclamaba: "Ahora todos somos thatcheristas". Las ideas económicas de los gobiernos de Reagan y Thatcher, de privatización de empresas públicas y reducción del Estado al mínimo, reinan desde los ochenta.
¿Qué ha sucedido entre una frase y otra? A esa pregunta responde la politóloga y activista social Susan George (Ohio, 1934) con un libro, El pensamiento secuestrado (Icaria), cuyo subtítulo, Cómo la derecha laica y la religiosa se han apoderado de EE. UU., apunta sus inquietudes: que los think tanks conservadores estadounidenses son en buena parte responsables del profundo cambio ideológico acaecido en las últimas décadas.
Para la autora del exitoso El informe Lugano,"ha habido un esfuerzo concertado y consciente por cambiar el paisaje intelectual". Y lo han logrado de tal modo, afirma, que aunque ganen los demócratas las presidenciales, el cambio en los aspectos claves para la vida de la gente, como la educación o la salud, será marginal.
Y da nombres de los ideólogos y sus instituciones: desde la sociedad Mont Pelerin, creada por el economista y filósofo Friedrich Hayek - cuyas ideas han sido básicas para el movimiento neoliberal- y un joven Milton Friedman, a Irving Kristol, uno de los padres del neoconservadurismo, que aboga por bajos impuestos, conservadurismo social y activismo militar - desde hace décadas lo hace en uno de los mayores thinktanks neocon,el American Enterprise Institute- o Lewis F. Powell, que redactó el Memorando Powell en 1971, una defensa muy práctica de la libre empresa que siguen otros: crear una plantilla de oradores profesionales que vayan por las universidades y los medios de comunicación propagando el mensaje. Es la reacción, dice George, a los años sesenta protagonizados por Lyndon B. Johnson y su idea de Gran sociedad y por la lucha por los derechos civiles y de la mujer.
Así, dice la autora, sólo entre 1982 y el 2001 empresarios y potentados entregaron 1.000 millones de dólares "para diseminar las ideas neoliberales, pagando gente, revistas o instituciones como la Heritage Foundation, el American Enterprise, el Cato o el Manhattan Institute". Millones que han caído en nombres como Huntington, Allan Bloom, Kristol, Norman Podhoretz... "La Heritage Foundation presume de que sus miembros dan 6,5 entrevistas diarias a medios de comunicación sobre los más diversos temas, desde las tasas ecológicas a Iraq".
Cierto, dice, que las políticas exteriores de los neocon han fallado, pero aún teme que suceda algo en breve con Irán. Después de todo, dice, los republicanos han perdido el Congreso por escándalos económicos y sexuales, pero la gente no está tanto en contra de la guerra en Iraq como de la incompetencia demostrada allí. Por eso cree necesario que la izquierda de EE. UU. entienda que las ideas son importantes, reconozca que ha perdido la hegemonía y haga lo mismo que los conservadores. "La gente necesita ver que otras políticas son posibles. La mayoría no vota porque cree que el cambio es imposible. Pero eso no significa que no necesiten mejor sanidad o mejor sistema educativo. La política actual no está sirviendo a las necesidades de la gente".
Para la activista, aunque los demócratas ganen, el cambio será marginal
En 1965 Time aseguraba en portada: "Ahora todos somos keynesianos". Las ideas económicas de Keynes, que apostaba por la intervención del Estado en la economía, imperaban. En junio del 2002 Peter Mandelson, uno de los fieles de Blair, proclamaba: "Ahora todos somos thatcheristas". Las ideas económicas de los gobiernos de Reagan y Thatcher, de privatización de empresas públicas y reducción del Estado al mínimo, reinan desde los ochenta.
¿Qué ha sucedido entre una frase y otra? A esa pregunta responde la politóloga y activista social Susan George (Ohio, 1934) con un libro, El pensamiento secuestrado (Icaria), cuyo subtítulo, Cómo la derecha laica y la religiosa se han apoderado de EE. UU., apunta sus inquietudes: que los think tanks conservadores estadounidenses son en buena parte responsables del profundo cambio ideológico acaecido en las últimas décadas.
Para la autora del exitoso El informe Lugano,"ha habido un esfuerzo concertado y consciente por cambiar el paisaje intelectual". Y lo han logrado de tal modo, afirma, que aunque ganen los demócratas las presidenciales, el cambio en los aspectos claves para la vida de la gente, como la educación o la salud, será marginal.
Y da nombres de los ideólogos y sus instituciones: desde la sociedad Mont Pelerin, creada por el economista y filósofo Friedrich Hayek - cuyas ideas han sido básicas para el movimiento neoliberal- y un joven Milton Friedman, a Irving Kristol, uno de los padres del neoconservadurismo, que aboga por bajos impuestos, conservadurismo social y activismo militar - desde hace décadas lo hace en uno de los mayores thinktanks neocon,el American Enterprise Institute- o Lewis F. Powell, que redactó el Memorando Powell en 1971, una defensa muy práctica de la libre empresa que siguen otros: crear una plantilla de oradores profesionales que vayan por las universidades y los medios de comunicación propagando el mensaje. Es la reacción, dice George, a los años sesenta protagonizados por Lyndon B. Johnson y su idea de Gran sociedad y por la lucha por los derechos civiles y de la mujer.
Así, dice la autora, sólo entre 1982 y el 2001 empresarios y potentados entregaron 1.000 millones de dólares "para diseminar las ideas neoliberales, pagando gente, revistas o instituciones como la Heritage Foundation, el American Enterprise, el Cato o el Manhattan Institute". Millones que han caído en nombres como Huntington, Allan Bloom, Kristol, Norman Podhoretz... "La Heritage Foundation presume de que sus miembros dan 6,5 entrevistas diarias a medios de comunicación sobre los más diversos temas, desde las tasas ecológicas a Iraq".
Cierto, dice, que las políticas exteriores de los neocon han fallado, pero aún teme que suceda algo en breve con Irán. Después de todo, dice, los republicanos han perdido el Congreso por escándalos económicos y sexuales, pero la gente no está tanto en contra de la guerra en Iraq como de la incompetencia demostrada allí. Por eso cree necesario que la izquierda de EE. UU. entienda que las ideas son importantes, reconozca que ha perdido la hegemonía y haga lo mismo que los conservadores. "La gente necesita ver que otras políticas son posibles. La mayoría no vota porque cree que el cambio es imposible. Pero eso no significa que no necesiten mejor sanidad o mejor sistema educativo. La política actual no está sirviendo a las necesidades de la gente".
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