Margarita Rivère ha escrito un artículo que nos gusta reproducir aquí, donde habla, entre otros libros, de El pensamiento secuestrado, de Susan George. Cabe decir que Icaria está orgullosa de tener dos autoras de esta categoría.
Tramas ocultas
La historia es, sintéticamente, la siguiente: en el verano de 1980 el tejano Charlie Wilson, un demócrata/conservador miembro del Congreso de los EEUU, lee, impresionado, un teletipo que vomita el drama de los afganos ante la invasión rusa. Como miembro al Comité de Asignación de Fondos (secretos) decide doblar los fondos que el Congreso otorga a la ayuda a los afganos: desde ese momento recibirán diez millones de dólares. Diez años después, en 1990, el congresista Wilson ha logrado que ese presupuesto anual sobrepase los mil millones de dólares y que los afganos acaben por machacar a los soviéticos, que firman en Ginebra su capitulación. Lo que se inició como un intento (siempre oculto por parte de los EEUU) de ‘matar rojos’ en las postrimerías de la guerra fría, acaba dando la puntilla al ‘imperio soviético’, que se desmorona. En estos diez años Charlie Wilson, siempre en total secreto y con la colaboración de un escogido equipo de la CIA, ha conseguido que sectores muy concretos y poderosos de los gobiernos de Egipto, Israel, Pakistán y Arabia Saudí, -obsérvese el mérito de unir el agua con el aceite- pongan armas y dinero para que los talibanes afronten el futuro con un verdadero arsenal de armas y los conocimientos adecuados para manejarlas, tal como se ha visto después.
Durante estos diez años la financiación encubierta a los talibanes se producía a todo gas a la vez que el Congreso y el mundo se escandalizaban por la financiación de la administración Reagan a la Contra nicaragüense y al tráfico de armas en Irán. Los medios de comunicación vivían en la luna y tenían al congresista por un inofensivo lunático. Charlie Wilson, apodado ‘Good time Charlie’, juerguista, bebedor y mujeriego de postín, procesado por un incidente con drogas, aterrizó en el tema afgano cuando Joan Herring, su amante millonaria y fundamentalista (cristiana), también tejana, le presentó a dictador pakistaní Zia UlHaq, con el que congenió tanto como con sus protectores del poderoso lobby judío, el rey de Arabia Saudí, el ministro de Defensa de Egipto, o Gust Avrakotos, un singular agente de la CIA dispuesto a vengarse de su marginación en la agencia.
Con estos y otros ingredientes no menos singulares, el periodista de la CBS George Crile escribió en 2003 un libro, ‘La guerra de Charlie Wilson’, que ahora ha sido traducido (Almuzara), al tiempo que se estrenaba una película, con el mismo título, dirigida por Mike Nichols, con Tom Hanks y Julia Roberts como protagonistas y con guión de Aaron Sorkin, el genial creador de la serie televisiva ‘El ala oeste de la Casa Blanca’. Libro y película explican una historia tan inverosímil en sus circunstancias como real y contundente en sus consecuencias: la actual situación de Afganistán encuentra en esta trama sus orígenes. Al tiempo, el libro de Crile muestra, ante los atónitos ojos del lector, la cara más oculta de la política estadounidense en las extraordinarias carambolas globales que fue capaz de organizar un solo congresista movido por el afán de matar soviéticos, luchar contra el ‘Imperio del Mal’ y montarse unas juergas descomunales llevando a sus amantes en los viajes para comprar armas y favores en El Cairo, Ryad o Islamabad.
Charlie Wilson hoy tiene 75 años, sigue siendo congresista demócrata, de su ala más conservadora, se ha casado con una antigua reina de belleza mucho más joven que él y disfrutó asistiendo en Los Angeles al estreno de su película. Es el testimonio viviente de cómo desde la legalidad, aunque en secreto, se puede ayudar a empeorar el mundo: ahí está el terrible conflicto de Afganistán.
La cara oculta de la política de Estados Unidos es una asignatura apasionante. La politóloga y analista estadounidense afincada en Paris Susan George, acaba de publicar un imprescindible ensayo, ‘El pensamiento secuestrado. Como la derecha laica y religiosa se han apoderado de Estados Unidos’ (Icaria) en el que repasa una ‘subrealidad’ compuesta de fundaciones, ‘think tanks’, lobbies y organizaciones que apuntalan el pensamiento neoconservador. El libro traza un verdadero mapa de por donde, cómo y con que fondos, se mueven las ideas conservadoras que, tras cuatro décadas de esfuerzo continuado y tenaz, hoy aparecen como ‘normales’ en la cultura política norteamericana y, por contagio, también entre nosotros.
Margarita Rivière
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