Nunca antes en la larga historia del golpismo militar en América Latina, se había visto un repudio mundial tan unánime como el que ha sucedido contra el derrocamiento del presidente constitucional José Manuel Zelaya Rosales, en Honduras. Como nunca antes había hecho, la Asamblea General de la Naciones Unidas se reunió de urgencia para aprobar una condenatoria a un golpe.
Nunca, ni siquiera cuando el golpe más brutal de todos, el perpetrado contra el presidente de Chile, Salvador Allende, en 1973. Tampoco la OEA (Organización de Estados Americanos) se pronunció en los años 60y 70 del pasado siglo contra la cadena de golpes en Bolivia y en Argentina. Así como tampoco se hizo cuando el golpe fascista de abril 2002 contra el presidente Hugo Chávez, en Venezuela. Sin duda alguna, una nueva era se percibe en las relaciones y los lenguajes entre los países y los pueblos del mundo, de manera evidente y con carácter propio en la América Latina, donde se plantea cada vez más claramente que las relaciones internacionales han de fundamentarse sobre bases inequívocas de respeto, justicia, libertad y solidaridad, valores fundamentales de la democracia.
Ante el golpe faccioso en Honduras, la OEA ha aprobado una enérgica declaración que no sólo demanda la restitución incondicional e inmediata de Zelaya a la presidencia, sino que no reconoce a ningún otro gobierno de ese país. La OEA ha dado un ultimátum de 72 horas al gobierno de facto, tiempo que se cumple el próximo sábado día 4 de julio y en caso que el grupo golpista subsista en su actitud, la OEA suspenderá a Honduras como miembro de esa organización hemisférica de países, quedando totalmente aislada del continente, pudiendo la OEA por su carta de principios tomar otras decisiones más radicales y imprevisibles consecuencias.
Nunca más, han declarado los países americanos reunidos en Nicaragua, se aceptará un golpe de Estado ni una dictadura, sólo la voz y el voto de los pueblos en libre ejercicio democrático están llamados a decidir sobre sus gobiernos.
Para los analistas políticos, el papel jugado por los países del ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América) durante la reunión de la OEA el pasado junio en San Pedro Sula (Honduras) reconociendo y reparando la afrenta a Cuba hecha en el año 1962, ha sido también decisiva para esta unánime reacción frente al golpe militar en Honduras, golpe que como se sabe ha sido propiciado por los terratenientes de ese país y en especial por los empresarios, hondureños y norteamericanos, de los medios de comunicación privados de ese país centroamericano.
Además de los pronunciamientos de la ONU y de la OEA, ha habido otros que han sido determinantes. El Consejo Presidencial de la ALBA fue el más contundente por, además de condenar el golpe y exigir la inmediata incorporación del presidente Zelaya a la jefatura de gobierno, decidir el retiro del personal diplomático de sus países en Honduras, es decir, nueve países han retirado a sus embajadores en Tegucigalpa. Por su parte los gobiernos de Brasil, Chile, Colombia, España, Francia, Italia y México han llamado a sus embajadores a consulta. El SICA (Sistema de Integración Centro Americano) ha decidido el bloqueo de todos los acuerdos económicos, comerciales, culturales, etc. con Honduras mientras el presidente Zelaya esté fuera del Gobierno. La UNASUR también ha declarado su condena al golpe. Así mismo el CARICOM, el MERCOSUR, el Grupo de Rio, Fiscales Generales del Instituto Iberoamericano de Ministerios Públicos, además de las declaraciones de los Jefes de Estado, incluido el presidente de los EE.UU. Barack Obama quien además de condenar el golpe ha decidido suspender la cooperación militar con Honduras. Los presidentes de los países de la Unión Europea también han condenado el golpe y han tomado diferentes medidas. El BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y el Banco Mundial han decidido también congelar la cartera de créditos que tenía abierta Honduras hasta tanto se restituya el orden constitucional en la país.
Internamente, los ejecutores del golpismo en Honduras han silenciado los canales de televisión TV 8 y 36 y las emisoras de radio Globo y Progreso, por informar sobre la situación del país durante el golpe y sobre las movilizaciones de pobladores, trabajadores, campesinos, estudiantes y maestros a lo largo y ancho del país, repudiando el golpe, exigiendo el retorno a la democracia y propiciando marchas hacia Tegucigalpa, la capital, para estar allí presentes cuando Manual Zelaya regrese y retome su puesto de presidente del gobierno nacional.
En Honduras el pueblo ha reaccionado desde al primer momento en que se ha enterado del golpe militar, a pesar del silencio de los medios de comunicación privados, cerebros del golpe, y lo ha hecho constituyendo un Frente de Resistencia Popular, haciendo largas marchas, soportando una despiadada represión, levantando barricadas en la ciudad capital y en otras ciudades del país, resistiendo la embestida represiva del ejército y de la policía del sistema. TeleSur, la única televisión que ha transmitido al mundo los sucesos, trabajando casi clandestinamente en el país, por la persecución del ejército, ha podido mostrar la realidad de la reacción popular y la represión la cual ha producido muertos y centenares de detenidos. No se puede precisar la cantidad de muertos y detenidos por cuanto las autoridades golpistas impiden el acceso a esa información.
El repudio mundial al golpe fascista militar y de derechas al gobierno democrático y constitucional en Honduras, y las protestas de los pobladores de las ciudades y del campo hondureño, no podrá resistirlo el gobierno de facto que los grandes capitales han cocinado en ese país, en complicidad con una corrompida Asamblea Nacional y una Corte Suprema de Justicia supeditada a los grupos de poder. José Manuel Zelaya Rosales dice que viajará a Honduras en los próximos días, mientras el gobierno del golpe dice que ha impartido una orden de arresto por fugitivo. Es imperioso que más pronto que tarde la democracia en Honduras se restituya, que pare la represión contra el pueblo y que América Latina haya dado un paso más hacia su consolidación democrática.
Paco Vera
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