Ha presenciado los ritos de coronación de las bandas latinas en España y ha escuchado a sus miembros relatar y justificar sus peleas. Incluso ha llegado a encontrarse -y hacer cambiar de opinión- a una cuarentena de jóvenes armados con "machetes" y listos para la batalla
Pero Bárbara Scandroglio, investigadora experta en violencia juvenil con quince años de experiencia a sus espaldas, pretende desmontar mitos y prejuicios sobre estas pandillas en su libro Jóvenes, grupos y violencia, donde denuncia el "racismo" que subyace en el hecho que a los skin heads se les considerara a una "tribu urbana" y a estos jóvenes, en cambio, se les trate de "bandas criminales".
Scandroglio ha entrevistado a decenas de ellos para su libro y afirma que, en realidad, las supuestas bandas son sólo "grupos de jóvenes" que encuentran en la pandilla un reconocimiento que la sociedad les niega.
Los rituales y parafernalia que les rodean, asegura, están mucho más cerca del movimiento boy scout que del criminal.
-¿Qué significa la violencia para las bandas latinas?
-El grupo se adhiere a la violencia porqué tiene una funcionalidad identitaria muy clara, tanto para el grupo como para el chaval. Pero no responde a una ideología. Es una experiencia que sirve tanto para la extrema derecha, la extrema izquierda o los clanes de barrio.
-¿Entonces no es algo nuevo en España?
-No. Se han ido sucediendo distintas manifestaciones de lo mismo, incluyendo ahora a las bandas latinas.
-Usa la expresión "bandas latinas". ¿Es correcta?
-Intento ponerla entre comillas. Prefiero hablar de grupos y agrupaciones.
-¿Pero son bandas?
-Son grupos con objetivos identitarios y socializadores. Efectivamente usan la cultura del respeto y se comparan y se enfrentan a otros grupos. Incluso portan armas. El problema es si usamos la palabra banda con un sentido criminalizador. Si se habla de banda como sinónimo de pandilla, entonces no hay problema. La pregunta es porqué hemos empezado a hablar de bandas con los grupos latinoamericanos. ¡A las nuestras las hemos llamado tribus urbanas!
-¿Es una cuestión de racismo?
-Creo que sí. A todos los niveles: policías, jueces, políticos… No eximo ni tan siquiera a los investigadores.
-¿En Madrid no está confirmada la relación con la delincuencia?
- Es muy complejo. Se ha asumido que son grupos criminales y se han tomado medidas que han acabado creando un fenómeno prácticamente nuevo, impidiendo que se conociera mejor y se tuviera otra perspectiva de análisis y de intervención. En Madrid se ha decidido eliminarlos físicamente y el único conocimiento sobre ellos que tenemos es el de la policía. Pero no de la policía en general o de los agentes tutores, sino de los grupos específicos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil que viven de las bandas. Necesitan que sean criminales porque, si pasara a ser un tema de educadores sociales, perderían su trabajo.
-Pero la creación de estos grupos policiales es consecuencia de los violentos y no al revés. ¿No son necesarios estos grupos policiales?
-La prevención es imposible desde lo policial. Nosotros hemos llegado a detener a 40 personas con machetes y logrado que decidieran pasar de un determinado problema. Eso sí que es prevención de un delito. También podría hacerlo un agente tutor o de proximidad, pero no la Policía Nacional.
-La policía tiene que hacer cumplir las leyes.
-Entiendo que se intervenga cuando hay un arma, una infracción o un delito. Claro que la policía está para esto, pero lo que también hacen es saber si alguien entra -aunque les de igual quien sale-, quién es, dónde vive y qué hace, las relaciones con los otros, su foto… Es un protocolo de prevención impide la normalización del grupo u otro tipo de trabajo.
-¿Por qué?
-Dificulta la inserción social y hace que ciertas conductas se lleven al extremo. Los grupos acaban escondiéndose más para evitar el control de la policía. Cuando hay un descabezamiento, se dividen y algunos optan por vías más conflictivas y extremas. Es como si les obligaran a una deriva cada vez más marginal y criminal.
-En el libro dice que es un fenómeno "estimulado y propiciado por la propia sociedad". ¿Encima somos nosotros los responsables?
-La visión no tiene que ser paternalista pero sí de padre: son nuestros hijos. El 80% de ellos ni siquiera son malos y no tienen una proyección hacia una carrera delictiva tradicional. Tenemos que pensar una forma para que ese 80% no pase por ahí. Y también tenemos que analizar por qué entran.
-¿Por qué cree que lo hacen?
-En la mayoría de los casos por falta de alternativa en tema de identificación. En el barrio tienen dificultades para ser alguien. Deberían tener actividades alternativas a estar en la calle.
-Mucha gente criticó que en Barcelona los Ñetas y los Latin King se reconvertieran en asociaciones culturales.
-Es una perspectiva a medio y largo plazo y es la más efectiva. En Madrid se ha desarticulado la cúpula de los Latin Kings cuatro veces. Pero con esta mano dura se crean procesos cíclicos: cada seis meses resurgen los mismos problemas y, en algunos casos, acuciados.
-¿Cuáles son sus objetivos?
-Estos chavales no hacen más que llevar al extremo nuestra cultura del respeto, del "tu no sabes con quien estás hablando". Comparten completamente las metas de éxito de nuestra sociedad: quieren una familia, un trabajo digno y respetable, una vivienda… No son antisistema y ni siquiera alternativos.
-Las metas pueden ser éstas ¿Pero no han importado instrumentos de bandas violentas latinoamericanas?
-Es un mito. Tienen la necesidad y la ambición de insertarse y ser reconocidos legítimamente por la sociedad, pero les ha sido complicadísimo y han reorientado su búsqueda a la violencia. Se comparan entre ellos mismo porque no pueden compararse a un español. Aunque puedan ganarle en una pelea, en todo lo demás salen perdiendo.
-¿No emulan los métodos de los Latin y Ñetas de Sudamérica?
-No les creemos por mucho que lo digan, pero su objetivo es ser hombres y mujeres de provecho. Es algo que dicen y defienden en sus reuniones. Las peleas son un "error de sistema": no pueden luchar para conseguir un trabajo digno, necesitan resolver problemas identitarios y desvían por ahí.
-¿Su discurso constructivo y su realidad no casan?
-Quieren ser personas de provecho, pero los problemas que encuentran en la calle o el parque son hacerse respetar. Quisieran ser otra cosa, pero no les queda más remedio que vivir en la calle como pandilleros. No olvidemos que hablamos sólo de algunos, no de la mayoría.
-¿Existen los famosos ritos de coronación?
-Sí. Lo hemos explicado varios investigadores por diferentes vías y siempre hemos tenido muy mala suerte. Tenemos que imaginarnos que son boy scouts.
-¡A mucha gente no le gustará esta comparación!
-Yo he asistido a esos ritos de iniciación. Los aspectos culturales de grupos como los Latin o los Ñeta responden a una finalidad identitaria y de mantenimiento del grupo. Conseguir tener un referente fuerte e identificarse con unos colores, con un saludo, con una bandera, el tener que aprenderte la literatura, fórmulas de memoria, a presentarte frente a los demás… Todo el mundo se imagina que la iniciación consiste en pelear.
-¿No es así?
-En alguna circunstancia también se refuerza eso, pero no es la petición directa. Se premia el ayudar a los compañeros. El aparataje de los boyscouts también responde a eso. Si lo miramos fríamente, ellos [los boy scouts] tienen una Biblia, un saludo, un pañuelo, etcétera. No hay nada de diferente en la coronación. Hay muchos mitos a su alrededor. No hay delitos sino que lo que se premia es lo que ha venido antes: el trabajo, el haber aprendido, el estar ahí todas las tardes, el ayudar a los demás… Y, bueno, si has tenido una pelea y te has metido, eso también cuenta. Pero no es que si quieres ser coronado tienes cargarte o pelearte con alguien. En la coronación no se hace nada más que imponer un collar y un saludo.
-Intenta desmitificar el fenómeno de las bandas latinas pero admite que usan la violencia.
-Estamos hablando de grupos y de jóvenes que se implican en una violencia que tiene consecuencias para otros y para ellos mismos; de una cultura de la violencia y de una cultura del respeto que se gana por supremacía física; y de una cultura muy machista donde las mujeres son estatus symbol. Es cierto, eso está ahí, pero no lo vinculemos al consumo de drogas, a la ideología o a la inmigración. El problema existe y lo tenemos que resolver. Pero no deja de ser un fenómeno juvenil con fines identitarios. Aquí no tendremos maras ni grupos criminales
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