Rafael Poch La Vanguardia
El “directorio alemán” ya no es una invención de publicistas meridionales. Lo proclama sin complejos la principal revista institucional alemana en el ámbito de las relaciones internacionales. “La independencia de los estados miembros de la Unión Europea” es “puramente teórica”, dice: “en la Europa en crisis todos saben que ningún país puede ser salvado si Alemania no da su visto bueno”. “Europa pasa a ser vista bajo la categoría de un gobierno que se corresponde mucho más con el modelo alemán que con el modelo presidencial francés”, señala.
Lo publica en su último número la revista “Internationale Politik”, órgano de la Sociedad Alemana de Política Exterior (DGAP) una institución con más de medio siglo de tradición cuya revista se edita en alemán, inglés, ruso y chino. Merkel ya no es sólo la Canciller alemana, sino la “Canciller de Europa”, anuncia. En 2010 ha conseguido mucho más de lo que se consideraba posible a principios de año”, y ha establecido una “autoridad para establecer directivas” a los 27. A partir de ahí, el artículo, firmado por el comentarista Andreas Rinke, enuncia el reparto de papeles resultante.
Sarkozy se ha convertido en una especie de “vicecanciller” sometido. El Presidente francés puede tener iniciativas, “pero en caso de conflicto siempre puede ser sujetado por la Canciller”. El Presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, no pasa de “encargado”. “Su papel es como el del jefe de la Cancillería, que defiende los intereses del grupo dominante e intenta mediar entre los diferentes campos, aunque siempre con el peligro de que sea corregido por la jefa o el vicecanciller, como ocurrió en Deauville”. Respecto al Presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, las luchas por el poder que hay en el interior de la UE no dejan claro qué papel otorgarle en este gobierno de facto alemán.
Los presidentes y jefes de gobierno europeos de los países de la UE son como “miembros del Bundesrat”, la cámara federal alemana con limitados poderes legislativos. Más complicado es el papel atribuible a los ministros nacionales de los países de la UE, señala el artículo: “de hecho, los ministros están siendo cada vez más empujados a tener un papel en asuntos “regionales” que afecten a sus países, mientras los temas de la UE quedan para los jefes de Estado y de gobierno”, constata.
El artículo muestra un cambio importante. Alemania siempre fue central en Europa, sin embargo su protagonismo se solía ocultar junto a Francia, incluso cediendo a ésta iniciativas que eran alemanas, como ha explicado el ex Canciller Helmut Schmidt. El ex vicecanciller Joschka Fischer ha explicado que el papel de Alemania era ”mandar sin que se notara”. Ahora, el objetivo enunciado por Merkel para esta crisis -que “Alemania salga fortalecida de ella en el G-20”- ha arrojado por la borda los disimulos y complejos. La idea de una hegemonía alemana en Europa ha dejado de ser pornográfica en Berlín. “Es la segunda oportunidad histórica de Alemania”, dijo la semana pasada entre aplausos el Ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble, en una conferencia impartida en la Universidad Humboldt de la capital.
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