Leemos atónitos las declaraciones de Bernard Kouchner, ministro de Exteriores de Sarkozy, en las que se une a los tambores de guerra de Washington, ávidos ya de acabar con Irán. No nos sorprende la hipocresía de Greenspan diciendo ahora que no iban a Irak para aliberar el pueblo de una dictadura feroz, sino a usurpar el maldito oro negro, pero sí nos sorprende que Kouchner, borracho de poder y de prepotencia y de nulo sentido de estado y de humanidad haya sido fundador de Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo. Un personaje acostumbrado, pues, a pisar tierra quemada, sembrada de cadáveres... ¿o quizás sólo salas asépticas de las centrales de esas organizaciones?
Por lo pronto, se me ocurre que quién debería ir al frente son los que organizan las guerras, malditos hipócritas, no nosotros. Prepárese usted, señor Kouchner, para su maldita guerra.
Quien esto escribe siente ahora mismo una enorme verguenza ajena.
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