El juicio de Ratko Mladic en La Haya se ha vuelto a posponer. La escritora Clara Usón y el periodista Boban Minic, que conocen bien al general serbobosnio, hablan de la importancia de sentarle en el banco de los acusados.
El 26 de mayo del 2011, el general serbobosnio Ratko Mladic fue arrestado y entregado al Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, que debe juzgarlo por crímenes contra la humanidad cometidos durante la guerra que, entre 1992 y 1995, desangró los Balcanes. Entre la lista de horrores que se le imputan, la matanza de Srebrenica, donde fueron asesinados 8.873 hombres, y el sitio de Sarajevo, que durante más de 40 meses convirtió la capital bosnia en "el campo de concentración más grande del mundo".
Así lo define Boban Minic, periodista bosnio que en 1994 empezó una
nueva vida en L'Escala tras sufrir el asedio de su ciudad desde los
micrófonos de Radio Sarajevo, experiencia que narra en Bienvenido a Sarajevo, hermano . Con Clara Usón, escritora barcelonesa que en La hija del Este
investiga la figura de Mladic y los motivos del suicidio de su hija
Ana, aborda en este diálogo la necesidad de juzgar al general para
cerrar las heridas de la barbarie de los Balcanes.
- El martes se supo que el juicio a Mladic, que debía empezar mañana, ha sido de nuevo aplazado sine die .
-Clara Usón:
Cuando hubo la primera suspensión pensé que era un fallo muy gordo que
la acusación se hubiera olvidado de dar la lista de testigos y pruebas a
la defensa, y me extrañó tanta torpeza. Ahora empiezo a pensar que hay
una voluntad deliberada de dar la oportunidad a Mladic de morir sin ser
juzgado.
-Boban Minic: Estos juicios... Como
el de Vojislav Seselj. En su web ha colgado los nombres de los testigos
de la acusación. El juez le ha dicho varias veces que debe quitarlos,
pero él no lo hace y no pasa nada.
-C. U.: Bueno, el presidente serbio pertenece al partido de Seselj...
-¿Por qué creen que puede haber interés en dilatar el proceso?
-C. U.: A Mladic podían haberle detenido hace mucho e hicieron la vista gorda. No había voluntad, por varias cosas. Una es la responsabilidad occidental. Los gobiernos occidentales se reunían con Karadzic y Milosevic y los trataban como a iguales. Y tampoco se quiere ahondar en Srebrenica, ni que se demuestre que los serbobosnios eran marionetas del Gobierno de Milosevic, porque eso implicaría responsabilidad directa de Serbia. Y eso no debe interesar. Todos sabían dónde estaba Mladic: en la granja de su primo. Y creo que fue él mismo el que decidió entregarse. Había pasado dos embolias sin poder ir al hospital, y él no se quiere morir. En casa de su primo, solo, moriría como un perro, así que pensó: "Me voy a La Haya, con buenos médicos, una buena celda... y ya me ocuparé yo de que no me juzguen".
-C. U.: A Mladic podían haberle detenido hace mucho e hicieron la vista gorda. No había voluntad, por varias cosas. Una es la responsabilidad occidental. Los gobiernos occidentales se reunían con Karadzic y Milosevic y los trataban como a iguales. Y tampoco se quiere ahondar en Srebrenica, ni que se demuestre que los serbobosnios eran marionetas del Gobierno de Milosevic, porque eso implicaría responsabilidad directa de Serbia. Y eso no debe interesar. Todos sabían dónde estaba Mladic: en la granja de su primo. Y creo que fue él mismo el que decidió entregarse. Había pasado dos embolias sin poder ir al hospital, y él no se quiere morir. En casa de su primo, solo, moriría como un perro, así que pensó: "Me voy a La Haya, con buenos médicos, una buena celda... y ya me ocuparé yo de que no me juzguen".
-B. M.:
Creo que Bosnia molesta a todo el mundo. No ha podido avanzar por la
Constitución del tratado de Dayton, que no deja hacer nada porque hay
cuotas y vetos para todo. Si los serbobosnios no quieren, no puedes ni
aprobar una ley. Hay que hacer un cambio profundo desde fuera. Este país
tiene muchos jóvenes con talento, una fuerza interior, pero también un
corsé.
-C. U.: Un sistema que lo atenaza.
-B. M.:
Y el rechazo de Occidente hacia los musulmanes. No distinguen entre el
islam de Bosnia, que es más espiritual, y el árabe, más beligerante.
Además, la mezcla de culturas de los Balcanes lo suavizó aún más. Pero
cuando empezó el conflicto, la propaganda serbia se puso en marcha.
-C. U.: Empezó a demonizarlos.
-B. M.:
El mensaje era: "Si dejáis a los musulmanes tener su propio Estado,
tendréis un foco de terrorismo islámico de por vida". No podía
permitirse que se exterminara a un pueblo, pero tampoco que progresara.
-C. U.:
En Europa crece la islamofobia: Holanda, Bélgica, Francia... y ahora
Grecia. Siempre buscamos un enemigo, cuanto más diferente mejor, para
proyectarle las culpas.
-B. M.: Y la doble moral: Arabia Saudí exporta wahabismo e islam radical, y ahí está el rey dando el pésame.
-C. U.:
Hace dos años un alemán, consejero del Bundesbank, escribió un libro en
que decía que los turcos son genéticamente inferiores a los alemanes,
que al mezclarse la raza se degenera y que procrean sin cesar porque su
ambición es superarlos en número. "No quiero que mis nietos deban ir a
la mezquita y mis nietas llevar velo", concluía. Fue un best-seller , y
nadie, nadie lo censuró. Ese discurso ya lo hacía Biljana Plavsic en
1992. Y nos parecía increíble.
-B. M.: La expresidenta de la República Serbia de Bosnia, bióloga.
-C. U.:
Un amigo que vive en Holanda me dijo que está asombrado del fervor
patriótico y antieuropeísta. Podríamos elegir subrayar lo que nos une y
elegimos subrayar lo que nos separa. El discurso de "estos europeos del
sur son unos vagos que no merecen ser ayudados y nosotros somos
maravillosos" prolifera. Se está creando un caldo de cultivo parecido al
que originó el nazismo y no hacemos nada.
-B.M: No aprendemos de la historia.
-C. U:
Lo dice Hegel: "Lo único que nos enseña la historia es que los pueblos y
sus gobiernos nunca han aprendido nada de ella". Es así. Otra vez se
azuzan odios en nombre de una patria o de la libertad.
-B. M.:
No sabemos nada. El poder verdadero está fuera de los focos. En nombre
de la libertad o la religión se hace esto o aquello y lo asumimos porque
no tenemos voz. Es hora de hacer una revolución profunda, ética y
económica. Es ahora o nunca, porque esto no puede continuar.
-C. U.: Sufrimos un deterioro de las instituciones brutal.
-B. M.:
Ha desaparecido la ideología, y en el vacío que deja entran los
nacionalismos y las religiones. Eso pasó en los Balcanes. La gente se
agarró a ello cuando cayó lo que nos unía, el comunismo, aunque no
fuéramos muy comunistas. Algunos necesitan al grupo. Les da cobijo y
fuerza.
-C. U.: Y anonimato. Yo veo, además, el
viejo recurso político de meter miedo. Como ahora, que te ponen la prima
de riesgo con esas gráficas escalofriantes, como rayos. El miedo
aborrega, y así conducen el rebaño.
-B. M.: Lo
que hicieron en los Balcanes es imperdonable. Destruyeron un país, no
entendido como un Estado, sino como su gente, con sus sueños y su
historia.
-C. U: Lo que me asombra más es esa
crueldad pasiva de los gobiernos occidentales. De pronto, las personas
son estadísticas y podemos sacrificarlas. Sabían que Mladic iría a
Srebrenica, y les iba bien, porque en los tratados preveían que fuera
serbia, y que estuviera llena de musulmanes era un problema. La ONU no
iba a echarlos, claro, pero si iba Mladic, mataba a unos cuantos y
echaba a los demás...Lo que no sabían es que él tenía otros
planes: matarlos a todos.
-El lenguaje también mata.
-C. U: Los eufemismos: limpieza étnica. Limpieza es una palabra positiva, luego tiene que ser algo bueno.
-B. M:
Ahora dicen que Srebrenica fue una venganza, que no fue premeditado.
Pero repartir los muertos (cien aquí, cien allá), meterlos en una fosa,
después cavar otra común y sacarlos de donde estaban para meterlos
allí... ¿Eso es espontáneo?
-C. U: Por eso deben
juzgarlos: porque hay pruebas en La Haya de cómo fue esa organización.
Mladic podía ser muy eficaz. Matar a más de 8.000 varones de 12 a 75
años en tres días no es fácil. Lo de Srebrenica está organizadísimo y
aprobadísimo.
-¿Mladic se creía Dios, le cegó el fanatismo o era pura ambición?
-C. U.:
Era el típico general comunista, de la típica familia campesina de la
Krajina bosnia. Un paleto sin amigos. De pronto, la guerra le dio la
oportunidad de destacar. Pasó de arengar a sus hombres sobre la unidad
de Yugoslavia a ser el más serbio de todos. ¿Pensó que solo prosperaría
así o era sincero? No lo sé. Con la guerra crecía su fama, las mujeres
le pedían que impusiera las manos sobre sus bebés, como si fuera un
santo. Se lo creyó: "Cuando yo digo algo es como si lo dijera Dios",
afirmaba.
-B. M.: Los serbios siempre han sido un pueblo épico, y así es más fácil que cuajen estos discursos. Han reinventado toda su historia.
-Eso pasa en todas partes.
-C. U.: Mi
padre, educado con Franco, me contó que en París vio un monumento con
las batallas ganadas por Francia. ¡Pues a él le habían enseñado que
muchas las había ganado España! El mito es más fuerte que la realidad.
Es lo que permanece y lo que queremos creer. Y nunca es inocente.
-B. M.:
Karadzic era un canalla y un oportunista, un tipo con algo de talento y
mucha ambición. Acabó la facultad, pero todos dicen que era muy
mediocre como psiquiatra. Y como poeta...
-C. U.: ... malísimo.
-B. M.: Y
cometió una estafa. Para evitar la cárcel montó la República Srpska y
una guerra. Bueno, montaron otros, él participó y se benefició.
-C. U:
Se enriquecieron con todo, con el contrabando de gasolina, de tabaco...
Las grandes ideas sirven a los políticos para taparse las vergüenzas.
"Si me atacáis a mí, atacáis a mi país". Mira a Esperanza Aguirre
tapando con el himno el desastre de Bankia.
-En España deberíamos estar especialmente sensibilizados con lo que pasó en los Balcanes.
-C. U.:
¡Cuando investigué para el libro vi tantos paralelismos! Salían de la
dictadura, había nacionalismos... Y la ascensión de los mediocres. Son
peligrosísimos porque no asumen las consecuencias de sus actos.
-B. M.: Y con la crisis alcanza una dimensión mucho mayor. Boicotearon los productos eslovenos cuando proclamaron la independencia.
-C. U.:
Eso nos suena. Y los estereotipos: los catalanes son esto, los
andaluces son lo otro. Hay que luchar contra eso y, en cambio, los
políticos lo azuzan. Quien era tu amigo ahora es un musulmán
peligrosísimo que te quiere islamizar.
-B. M.:
¿Sabes qué asusta? Pensar que no pudimos hacer nada. Éramos tan débiles,
y los que nos sitiaban, tan fuertes... En plena guerra, un policía
croata quiso matarme por ser hijo de un matrimonio mixto. Y pudo
hacerlo, podría haberme matado allí y no le habría pasado nada.
-C. U: Eso es lo que quieren evitar: tener que rendir cuentas en La Haya.
-B. M.: Pero allí Mladic dirá: "Nosotros no bombardeamos Sarajevo".
-C. U.: Pero hay pruebas. ¡Es una guerra filmada! Las ejecuciones están filmadas.
-B. M.: Pero dirá: "¿Y las pruebas de que yo di esa orden? No la di". ¿Y el juez necesita meses y meses para comprobar lo evidente?
-¿Desmoraliza otro aplazamiento?
-C. U.: Tu hermana murió allí...
-B. M.:
No solo eso. Cada uno lleva su dolor. Pasaron cosas peores. En un
pueblo de la República Srpska quemaron vivas a 70 personas, entre ellas
niños. Y ahora, en ese pueblo, no les dejan hacer una conmemoración que
recuerde a esas víctimas.
-C. U.: Porque eso no
pasó, no pasó. Esa estrategia ya la utilizó Tito: esconder la historia
para evitar viejos rencores. Y el resultado es desastroso: se emponzoña
todo. Hay que limpiar, por más que supure.
-Si al final Mladic es juzgado, ¿se habrán sentado ya todos los grandes criminales en La Haya?
-C. U.:
Supuestamente, han cogido a todos los grandes-grandes. Pero hay
responsables del conflicto que, como no tienen crímenes de sangre,
ocupan cargos en las nuevas instituciones. Hablé con un chico de
Sarajevo que a los 14 años se fue al monte y volvió a los 17. A los 35,
parecía un muerto en vida: lo que vivió allí lo había convertido en un
zombi. "Veo a menudo al hombre que violó a mi hermana", me dijo. No se
puede vivir así. Esto puede volver a explotar.
-¿Cómo podrán volver a convivir?
-C. U.: Son
necesarios los juicios, porque los criminales se tienen que enfrentar a
los hechos y eso combate el negacionismo. Las cosas no se pueden tapar,
porque se pudren.
-B. M.: La reconciliación es
necesaria, pero antes hace falta una catarsis. Llegará. Aunque ya la
hubo tras la segunda guerra mundial y a los 50 años todo estalló. En
Sarajevo tengo amigos y una ciudad que me emociona. Pero no me planteo
llevar a mis hijos. ¿Para qué van a empezar una vida allí? ¿Para
perderlo todo de aquí a 20 años? Nadie dice que aquí no pueda pasar algo
así, pero...
-El argumento siempre es que la UE no lo permitiría.
-C. U.: Bueno, allí lo permitió
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